martes, 1 de diciembre de 2009

El Símbolo

Este relato fue publicado por mi en predicado en este aquí el 3 de Julio de 2002.

La batalla se sucedía, cruenta y terrible, hora tras hora. Y no tenia aspecto de querer terminar, pues a medida que más gente llegaba a la ciudad se unía a uno u otro bando y, tomando las armas, comenzaba a batirse con el primero del bando contrario que se encontrara en su camino. Era sorprendente y perturbador ver como hermanos, llegados juntos a la ciudad, después de escoger bandos distintos; quien sabe por que razón o predisposición, comenzaban a pelear con todas sus fuerzas como si hasta hace escasas horas no hubiesen estado compartiendo techo, alimento y afecto.



A pesar de que la batalla era encarnizada, ningún edificio, ni casa, ni tenderete, ni tienda, ni ningún otro edificio estaba en llamas o dañado o tan si quiera había sufrido el menor daño. La batalla era de persona contra persona, si alguno de los adversarios caía, fuese herido o como en la mayoría de los casos muerto, el contendiente que quedaba en pie descansaba unos segundos y en seguida arremetía contra algún otro del bando contrario. Lo más macabro del asunto es que a pesar de no tener uniformes o insignias cada uno sabia cual era el bando al que pertenecía y no atacaba a los mismos de su bando. Otra cosa digna de mención es que las peleas eran de uno contra uno, y que no pedían ni daban cuartel. Se peleaba con fiereza y valor, sin temor a la muerte se diría.

Todos, absolutamente todos se unían a la batalla, aunque no es del todo verdadero decir que absolutamente todos estaban peleando, habían otros. Esos otros que en medio de la batalla se escabullían como sombras; que si podían, sin que se notase, recogían de entre los pocos heridos a los que se podía recoger sin exponer la integridad física y mas importante que eso el anonimato. De esos pocos que rescataban más pocos aun se salvaban de sus heridas.

Pero la intención de estos otros no era la de salvar vidas, estaban reunidos en la ciudad para buscar algo, algo que nunca estaba en un mismo sitio, algo q requería q todos los otros o al menos una determinada masa critica se reuniese en el punto exacto aun a pesar de que los batallantes se diesen cuenta de su existencia y arremetieran contra ellos. Pero esa era la última jugada, había primero que localizar las señales y lo más discretamente posible trasladarse hasta el sitio para que en el momento exacto se realizase el ritual. Realmente hacían falta pocos de los otros para realizar el ritual, pero estos requerían de una concentración absoluta y esto los dejaba indefensos ante cualquier ataque. Así que para eso usaban a los que rescataban, una vez curados eran drogados para obedecer a los otros. Ellos eran los que defendían la posición una vez comenzado el ritual.

A la hora determinada y en el sitio indicado por los signos se reunieron, el lugar se encontraba en lo alto de una casa sitio al cual solo se podía acceder mediante una escalera hecha en piedra. El momento no podía ser el mejor la batalla mas próxima se encontraba a unos cientos de metros de donde se llevaría a cabo el ritual sabían que no tenían mucho tiempo pues a penas se mostraran los batallantes dejarían la lucha y formando un frente unido los atacarían aun mas fieramente de lo que se atacaban entre si, por que sabían lo que los otros se proponían y no deseaban que los otros cumpliesen con sus planes.

La idea de los otros era simple, a sabiendas que los de un mismo bando no se atacaban entre si harían que los drogados peleasen con los de su mismo bando, provocando confusión entre los batallantes. Salieron de su escondite a toda marcha, los otros que realizarían el ritual subieron primero tomando sus posiciones y comenzando de inmediato el ritual, los restantes de su clase comandarían a los drogados para hacer que la “barrera” humana fuese efectiva durante un mayor tiempo.

Pero el plan fallo miserablemente por que los batallantes parecían “saber” que los drogados no pertenecían a su bando, así que debieron enfrentarse normalmente, lo que les dio esperanzas a los otros fue el hecho de que las reglas de batalla se respetaban es decir las peleas eran de uno a uno, y dada la ubicaron del sitio del ritual parecía que habían comprado un poco de tiempo para ellos y sus propósitos.

El ritual ya casi estaba terminado pero solo quedaban dos drogados en pie, los demás habían sido eliminados más rápido de lo que los otros esperaban. Al final esos dos cayeron ante los atacantes, y los que no estaban realizando el ritual se dispusieron a defender la posición, pero muy dentro sabían que las reglas de la batalla no se aplicaban a ellos y que los atacarían sin piedad. Los batallantes empezaron a subir asesinando a sangre fría a todos los otros que se les atravesaban. Ya estaban por alcanzar a los del ritual cuando este se completo.

Por obra de magia, que lo era, apareció un símbolo en medio del aire, los atacantes al verlo cayeron, postrándose ante el, el efecto fue el de una ola que se propago por toda la ciudad, de pronto todos los batallantes dejaron las armas y voltearon hacia el sitio exacto donde el símbolo había aparecido he imitaron el comportamiento de los que lo habían visto. Uno de los otros, uno que previamente se había ofrecido tomo el símbolo y en ese momento un destello de luz cegó a todos.

Cuando la luz se extinguió no quedaba ningún rastro del símbolo, los batallantes, los otros y los “muertos” en batalla que ya no eran tal, se encontraron parados mirándose como alelados, no recordaban que había pasado ni por que estaban allí, no había rastro de las armas ni de nada, poco a poco se fueron retirando, tanto de el sitio como de la ciudad, todos regresaban a sus casas, pero continuaban como atontados medio hipnotizados, y ni ellos mismos se daban cuenta de ese hecho, pasaría algún tiempo antes de que regresasen a su manera normal de ser. Y mucho, mucho más antes de que el ciclo volviera a empezar.

Solo uno no había regresado, ese que se inmolo al tomar el símbolo entre sus manos y que ahora formaba parte del mismo. Y que junto a los demás que habían tomado el símbolo antes esperaría la llegada de otro más cuando el ciclo se repitiese de nuevo.

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